Por allí viene apoyado en su bastón, caminando erguido, seguro de sí mismo,
parece un viejo guerrero dispuesto a pelearse con cualquiera por defender sus
ideales. Se protege del frío con un poncho mejicano y un sombrero encasquetado
hasta las orejas. Su delgadez, acentuada por larguísimas barbas de chivo, junto
a los peculiares lentes, a través de los que contempla la realidad deformándola
hasta el esperpento; lo han convertido en uno de los iconos que adorna el
paisaje urbano de Madrid.
Me saluda alargando la mano ortopédica:
—¡Buenos días rapaza!
—Buenos y fríos, Don Ramón. Que alegría
encontrarle por aquí. ¡Está Usted como siempre!
Es lo que tiene no creer en nada y estar mal
enterrado “na terra das meigas”. De vez en cuando me salto la dictadura
de la muerte para darme una vuelta por “la corte de los milagros”
Cuando entramos en el café Gijón no puede evitar
una mirada nostálgica:
—De la generación del 98 no queda ni uno… aquí ya
no se organizan tertulias.
—¡Es que ha pasado más de un siglo Don Ramón! ¡En
nuestra sociedad no queda tiempo para veladas literarias, ni para
conversaciones de ningún tipo. ¡La bohemia ha desaparecido!
Un camarero nos sirve dos expresos con una gotita
de aguardiente, acompañados de una bandeja con la cuenta, donde deposito tres
euros ante el asombro del dramaturgo:
—¡Y luego!… este dinero no lo reconozco.
—Son Euros, la moneda que ha desbancado a la
peseta. ¡Es que ahora formamos parte del Mercado Común! una organización de
países europeos que tiene un sistema monetario único. Don Ramón tres euros son
quinientas pesetas.
—¡Pero tu toleas! ¡Quinientas pesetas no las gano
yo en un año! ¿Cómo puede tolerar este robo el presidente de la república?
—De republica nada, esto es una monarquía
constitucional, el rey de todos los españoles es Juan Carlos de Borbón.
Valle Inclán se levanta de la silla indignado dando
grandes voces y gesticulando:
—Con lo que nos costó echar a la tatarabuela
ninfómana y a Alfonso XIII, que dilapidó el dinero de los españoles comprando coches
de lujo, yates, rifles último modelo y amantes a cargo del presupuesto
nacional.
—¡Siéntese y baje la voz!, que acaban de aprobar
la nueva “Ley de Seguridad ciudadana”. Por insultar a las autoridades o
manifestarse en frente del Congreso nos pueden poner una multa o mandarnos a la
cárcel.
—Pero ¿Cómo es posible que os dejéis avasallar
así?
—Mire, cuando usted nos dejó estalló la Guerra Civil,
después de tres años de lucha fratricida, en el país se impuso una dictadura
dirigida por el general Franco. A su muerte le sucedió el rey Borbón que ha
resultado ser un digno sucesor de sus antepasados, tiene los mismos vicios.
—Así que el generalito se salió con la suya… Pero
el PSOE y los Partidos Republícanos ¿No hicieron nada?
—Se marcharon al exilio, a su regreso al PSOE le
faltó tiempo, para renunciar al Marxismo y olvidarse de Pablo Iglesias. Ahora
con seis millones de parados y el país en banca rota, se dedican a sacar los
trapos sucios unos contra otros. Desde la familia real pasando por todos los
partidos, tanto de derechas como de izquierdas, incluidos los sindicatos,
tienen causas pendientes por adueñarse del dinero público. ¡Se repiten las
historias del “Ruedo Ibérico” que usted también describió!
—¡País de insensatos! Prefiero regresar al sueño
eterno que ser testigo de la miseria que os rodea.
Levantándose airado se despidió alzando levemente
el sombrero, mientras murmuraba entre dientes ¡Pobre España!
Trobo molt divertida aquesta conversa amb el senyor Valle Inclán. I el llenguatge és molt àgil.
ResponEliminaAntònia García