La luz viene
Cuando hay algo que alumbrar
Pero si ese algo se ha dispersado
La luz no sabe dónde ir.
Candela del libro Interiores
Me despierto, entre las sombras del amanecer veo el camino y me duele la
vida, ese infierno con instantes de vida.
Pasean por él reyes cazando elefantes, gobernantes
imaginando armas de destrucción masiva, idealistas masacrando inocentes, niños
con armas en sus manos, hipotecas, hambre, guerra... Escarabajos violando
ángeles.
Por la ventana abierta entra todo el fuego de la
hipocresía y el cinismo, la noche de la miseria y la impotencia.
Vuelvo a cerrar los ojos y me visto de sueños,
quien sabe si un día perdido es un día ganado; imagino mi infierno sin neones
ni asfalto, su fuego son ríos, sus abismos nubes, su color añil y su viento
flores. Por él van diablillos pequeños corriendo, saltando, robando manzanas.
Diablos mancebos amándose por todos los rincones, o cantando, o atrapando las
flores que el viento transporta. Luciferes viejos explicando historias de luz y
de vida.
Y paseo y corro y sonrío y beso y me besan y amo y
me aman... Vuelo y me paro en un atardecer eterno sin noche y sin tiempo.
El camino me llama. Me desvisto, me visto de
indiferencia cotidiana y cerrando la puerta me adentro en el infierno, ese
asfalto gris cubierto de mentiras.
Un niño sonríe. Vuela una palabra. Un beso levita.
Una mano me arropa. Instantes de cielo. Rayos de luna hiriendo al infierno.
Xael 08.12.2013
Sí, la realitat pot semblar un infern. Sort que hi ha un somriure infantil, un bes, una mà amical.
ResponEliminaAntònia García