La humanidad a lo largo de los
siglos ha logrado progresar a pesar de que las civilizaciones surgidas en
distintas épocas de la historia han sentado las bases de su estructura social
en grandes mentiras.
Hubo un tiempo
en que los hombres no entendían los fenómenos atmosféricos y mitificaban las
fuerzas de la naturaleza convirtiéndolas en deidades a las que no dudaban en
ofrecerles sacrificios humanos para aplacar su ira o lograr sus favores.
La Biblia
desmitificó los fenómenos naturales poniéndolos al servicio del hombre, creado
por Dios a su imagen y semejanza. Un Dios único al que pertenecían el cielo, la
tierra y todo cuanto en ellos se contiene. Solo a él debían adorar y servir si no
querían sentir el peso de su cólera infinita.
Tuvieron que
llegar los filósofos griegos para separar el mito (lo que no puede probarse),
del logos (la verdad fruto de la experiencia y del análisis), en definitiva la
realidad palpable.
Las invasiones
bárbaras destruyeron la cultura greco-romana hundiendo a Europa en un largo periodo
de oscuridad cultural, la Edad Media impuso la fe ciega por encima de la razón.
Grandes errores se establecieron como dogmas indiscutibles: Una tierra plana
sostenida por cuatro columnas era el centro del sistema solar.
Oponerse a
esta teoría era enfrentarse a la Inquisición que no dudaba en torturar y mandar
a la hoguera a todos los que osaban poner en duda las mentiras impuestas como
verdad incontestable. Solo Averroes, en el siglo XII, desde Al-Ándalus, logró
imponer la filosofía aristotélica como referencia científica a la hora de
describir la realidad (la verdad).
Pasaron los
siglos y las mentiras sostuvieron el despotismo y los privilegios de las
monarquías absolutas alegando que eran de origen divino. Llevaron a
generaciones de jóvenes a perder su vida en los campos de batalla luchando por
una bandera tras la cual se ocultaban solo intereses económicos. Justificaron
el genocidio de pueblos y razas. Modificaron la historia haciendo aparecer como
héroes libertadores a los que traicionaron la voluntad del pueblo conduciéndolo
a guerras fratricidas. Se utilizan ahora para destruir impunemente el estado
social y de derecho.
Pienso luego
existo (Descartes). Esa debe de ser nuestra única verdad. Somos seres humanos
capaces de reflexionar sobre el mundo que nos rodea, sobre el universo que nos
envuelve. Estamos capacitados para analizar la información que nos llega a
diario a través de los distintos medios de comunicación desechando las mentiras
utilizadas con el único objeto de manipularnos.
Intuyo que la
última gran falacia es establecer como única diferencia con los primates el gen
miR-94. Asumo como verdad absoluta que estamos dotados de un “alma” que nos
hace sentir respeto por nosotros mismos y los que nos rodean. Nos dota de
creatividad e inteligencia para dar una respuesta racional a las dos grandes
preguntas que han inquietado siempre al ser humano: ¿De dónde venimos? ¿Hacia
dónde vamos?
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