Bendigo
la Vida que me da la oportunidad de encontrarte otra vez: Amada NIKE
ALADA. Exquisita, suprema victoria sobre lo terrestre y humano.
Tienes
abiertas las alas, preparando el instante de alzar el vuelo a otros
planos.
Te
alzas gloriosa mostrando que fácil es marcharse, elevándose.
Sabes
que la primera vez que tu imagen apareció en la sencilla página de
un libro de texto, te grabaste en mi memoria, yo diría que en el
corazón, porque nunca más te has borrado.
Cómo
me atrajiste!
Representada
en un cuerpo femenino con grandeza, belleza, solemnidad y firmeza.
Cuando
te tuve delante en el Louvre, me arrobaste. ¿Qué pasó? Estábamos
allí tú y yo, otra vez, una vez más haciéndonos uno, en las
memorias del tiempo, y todo desapareció.
Mi
cuerpo estaba allí pero mis sentidos no. Oía lejana la llamada de
mis compañeros para seguir adelante, yo no respondía, me costaba
volver, no quería, pero llegó el momento y bajé, como tantas veces
he hecho.
¿Qué
existe entre tú y yo? Siento fundirme contigo, tan felizmente, en
ese nexo que nos une.
...No
recuerdas ahora, pero sabes. Sabes que pasamos muchas horas, juntos,
que me mimaste cuando me estaba densificando en la piedra, haciéndome
estatua. Cómo me cuidabas! Sí, te enamoraste de mí y yo,
satisfecha, me estaba enraizando en forma humana, que era el
propósito.
Mi
alma inmensa se negaba a meterse en ese mármol, pero tu atención y
complacencia me ayudaron. Gracias a que tú estabas yo pude bajar y
quedarme. No estoy completa pero sí, en parte, aprisionada, en
espíritu, que es lo que tú captas.
Quisieron
celebrar una gran victoria, como tantas, innumerables, que en este
planeta ha habido, y agradecerlo a los dioses.
Manos
artistas esculpieron ese espíritu y según decís, quedó hermoso,
pues me han puesto aquí, presidiendo la entrada al público. No
creas que todos me aprecian, pero no me afecta, “soy de piedra”.
Soy
la victoria sobre lo terreno, os espero a todos en el reino
invisible, ahora, para vosotros, pero celestial, bello, al que
llegarán los que se ganen la entrada.
Ante
vuestros ojos soy simplemente una talla en mármol, una figura
femenina, animando, invitando al vuelo, apoyada sobre un trozo de
proa de un navío. Soy como el mascarón que rompe las aguas del mar,
que beso las olas que el viento me lanza en un juego sin fin.
Así
voy abriendo camino a nuestra nave, a tu nave, surcando las aguas
bravas, las emociones, tanto en tierra como en mar. Abro un camino
invisible a los ojos humanos, pero que conduce a otro reino
invisible.
Tiene
una altura de unos 4 metros. No coinciden las medidas que los
comentaristas nos dan.
Se
atribuye a la escuela de Fidias por los paños mojados que
“descubren” su cuerpo. Si es helenística, tal vez es procedente
de Rodas. Tal vez del siglo II a. C. Todo es incierto sobre su
origen.
Sobre
las olas, a caballo del viento, evoca un triunfo no sólo de Grecia
sino de todos los tiempos, por eso está ahí. Es un canto a las
fuerzas de la Naturaleza.
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